miércoles, 4 de enero de 2012

Catarsis de malos deseos


No te deseo la muerte
pues todas las pestes del mundo se encuentran en la vida
todas, como las que me dejó tu presencia
tan diminuta como nefasta
porque bastó que apenas rosara mi vida
para que yo empezara a desear:

que una patada en la sien te desprenda las dos retinas
que un carro te maje los talones de Aquiles
que una copa de cristal se te reviente en el glande
que la disfunción eréctil afecte tus mocedades
que las tormentas sean el sol de tus veranos
que las almas perdidas que vas guardando como trofeos
te quemen la piel y se te conviertan en herpes
que las noches no te alcancen sumadas con los días
para apagar los tormentos de tu conciencia
que el grito que no ha podido salir de mi, te reviente los tímpanos
que la soledad te nuble el juicio y que no encuentres a nadie
ni siquiera a quienes has robado de mí
que las tres neuronas de cerebro que te quedan
se salgan por tu boca cuando vuelvas a vomitar las copas de las fiestas
y que nunca más seas el tema de un poema
ni siquiera de uno de malos deseos

porque te puedes quedar con lo robado
dejarte como un premio lo que nunca has comprendido
y  fallar en contarle al mundo que no vales ni tu peso en mierda
pero yo aun sigo aquí
sosteniendo la razón por el mango
seguro de que como siempre
cada vez que me hunda
mis propios pasos me sacarán a flote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Amigos de Literaturavecc