lunes, 30 de enero de 2012

Despedida elemental


Debo reconocer que el adiós fue bello
si es que semejante cosa es posible
un adiós bajo el sol siempre es alegre
no como los de las noches
que duelen sucesivamente todas las noches
justo cuando estoy despierto

Lamento
sin duda
que el reflejo se enturbie
por una piedra en el zapato
(pongamos que se llama mierda,
sin pretensiones de agraviar a la mierda)
Pero ser mierda no te hace ser culpable
ni enloquecerte tampoco
y tu locura como todo buen amor
te empuja hacia donde nadie quiere
                nadie
menos vos

Lamento de la despedida
que se vaya con los besos  
que me han quedado pendientes
que se lleve toda mi sangre por gotas
que caen al piso desde la gotera
que tus deseos no desearon tapar

Solamente espero que no leas estas líneas
quizás te hagan afirmar que sufro
quizás te provoquen lástima
y ya sabés cuánto detesto la lastima
es más elegante el olvido
el odio
o incluso los rencores ficticios de tus películas
prefiero por supuesto
la admiración, el respeto’ y el deseo
                en fin
esa estupidez que la gente llama amor
y que vos has confundido con las ganas de confundirte

Disfrutalo hasta que te cansés
hasta que a tu mierda le falte el camino
que yo he recorrido
para convertirse en hombre
yo me voy
a cada uno de estos tres ojos que te extrañan
les duele mirarte

Esta es la despedida de nuestros elementos
que se han hecho un humo
                en el que te has perdido
así nunca antes te hayas sentido tan encontrada
Ya no hay más espera ‘
ya me cansé de mi destrucción
me cansé de la mierda
me cansé de que la hayas metido en mi cama
me cansé de que no la quites
me cansé de estar cansado
me cansé de la tierra que me has echado
me cansé de seguirla arrastrando
ha llegado la hora de detener el frio
y guardarlo en el congelador
me cansé de querer decir adiós
                me cansé….de verdad


viernes, 27 de enero de 2012

Una lectura de Gabriel García Márquez


Hace un par de días leí un cuento de Gabriel García Márquez La tercera resignación, que en realidad me pareció bastante mal escrito (¡que igualado, ya lo sé!). No soy un gran admirador de García Márquez, sin embargo reconozco que su obra maestra Cien Años de Soledad es, junto con La Metamorfosis de Kafka y Crimen y Castigo de Dostoievski, de las novelas que más he releído en mi  vida, quizás unas cinco o seis veces. Ahora bien, decir que un autor nobel, como García Márquez, tiene un cuento mal escrito es sin duda una afirmación que requiere una justificación, y es a esto a lo que me referiré a continuación, así como a mi experiencia frente a la lectura del cuento en cuestión que fue más sorpresiva de lo esperado.
               
          Después de leer a autores de relatos breves con una capacidad de síntesis impresionante, como Borges o Cortázar, uno sin duda se pone más exigente de la cuenta. La elaboración de imágenes y metáforas a partir del uso, por ejemplo, del adverbio como lo hace Borges, hace que a uno como lector le cueste digerir la escritura híper adjetivada, al menos en cuentos cortos. En La tercera resignación, García Márquez trabaja sobre una trama poderosa, como es común en sus textos, pero a diferencia de un desarrollo puntual como lo hace en varias de sus novelas, opta por la sucia artimaña de abusar del adjetivo para apelar a cierta emotividad de parte del lector. Y es que en un cuento de menos de diez páginas escribir cosas como: “Se sintió intangible, inespacial, inexistente. Él era verdaderamente un cadáver y estaba sintiendo ya, sobre su cuerpo, joven y enfermizo, el tránsito de la muerte” queda claro que: intangible, inespacial, inexistente, joven y enfermizo, en tan pocas líneas, resulta un poco agotador. Es el mismo problema de Benedetti en uno de sus cuentos En Cenizas Derribado, cuando escribe por ejemplo “[…] y Olmos detiene el apoyo, unánime y divertido, solo con levantar las cejas pobladísimas y negras […]”. En fin, en este ejemplo, a Benedetti no le basta con el abuso de los adjetivos, sino que además inserta el superlativo “pobladísimas”. ¡Un recurso excesivo!  

               Ahora bien, no se trata de censurar por completo adjetivos ni nada por el estilo, sino que a mi juicio, su abuso en narrativa breve, deviene indudablemente en un texto mal escrito, difícil de leer, flojo, en fin: en una lectura forzada.  Para ejemplificar lo que considero un uso  más adecuado, es decir, más comedido de los adjetivos sirva este ejemplo de Borges en su relato El Sur: “Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante.”  El hecho de privilegiar la elaboración de imágenes haciendo uso de los diversos elementos literarios, y no sólo la proliferación de emotividades a partir de la híper adjetivación, debe ser sin duda un objetivo para cualquiera que actualmente pretenda dedicarse con seriedad a la literatura.

             Finalmente, pese a todo esto (y esa es quizás la clave donde radica la calidad de García Márquez) aunque el texto está realmente mal escrito,  el peso de una buena trama termina haciendo de las suyas. Últimamente me encontraba en una especie de bloqueo de escritura, pero con respecto solamente a la narrativa, y luego de la lectura del texto en cuestión, las ideas empezaron a florecer. Es decir, no fue ni Borges ni Cortázar, de quienes me considero casi pandereta, quienes lograron desbloquearme, sino García Márquez con quizá uno de sus peores textos. Si alguien sabe a qué se debe este fenómeno, que por favor me lo explique. 

lunes, 16 de enero de 2012

Audiencia de cucarachas


En realidad las odia. No tienen límites, empezaron por meterse a la casa por cuanto agujero encontraron, luego a su habitación y últimamente las encontró caminando sobre sus brazos y queriéndosele meter por la boca mientras dormía. Pero no sólo por eso las odia, las odia porque fue imposible acabar con ellas, su odio venía acompañado con asco y un poco de temor, no soportaba escucharlas explotando bajo su zapato y salpicando sus intestinos alrededor. Detestaba que estuvieran imposibilitadas para atender el luto, por el contrario, cada vez que algo moría, venían en bandadas de miles a celebrar.
De verdad las odia, por eso cuando les dejó la casa para que acabaran con ella, no lloró, ni ellas tampoco, y aunque sentía finalmente valor para hacerlas explotar una por una, optó por echarles una mirada de desprecio por sobre el hombro. Mientras tanto, la multitud de rostros marrones lo miraban sonrientes aplaudiéndole con sus patas peludas como si estuvieran disfrutando el espectáculo de su fracaso. Pero él en realidad las odiaba, en realidad las odia.

 

domingo, 15 de enero de 2012

Un creador


Es duro dar pasos en tierra blanda
pasar sobre los cadáveres
de las flores que he puesto apiladas
bajo mis pies
donde están los pasados
añorados como presentes
donde estarás vos complaciente
esperándome como antes
para volver a verte dormir

renunciar no es bueno aunque sea preciso
y sacarme la mano del pecho
para decir adiós
pesa como mis pies cansados de caminar
hay cosas que sin duda no se pueden matar

yo no soy un asesino de instantes
la desgracia de la vida me ha hecho creador
un creador
de versos, de imágenes, de tiempos, de músicas
un creador
de pasados bien presentes, de camisas dolientes
que a fuerza me obligan a recordar
un creador
de mundos imposibles sin vos
de esperas ensombrecidas
de recuerdos que te extrañan
y de vidas desde tus adentros
que brotaron un enero
engendradas por los dos.


miércoles, 11 de enero de 2012

Invitación a la lectura de Vallejo


 



No soy muy dado a comentar poesía, en el sentido de realizar burdas interpretaciones del tipo “esto significa…”, sin embargo a continuación, mediante dos de sus poemas, los invito a la lectura de quien puedo decir, es, por encima de Machado, Darío e incluso Baudelaire y Verlaine, mi poeta favorito: el peruano César Vallejo. Como muchas de las cosas buenas, estos dos poemas no gozan de la fama de otros poemas de otros autores o incluso del mismo Vallejo, sin embargo, se los comparto por el hecho de que su poesía me ha dado siempre todo lo que espero de la buena poesía, a saber, musicalidad, ritmo, profundidad y un poderoso valor estético, además de que son una demostración de que si bien es cierto que la escritura se hace de la lectura, la vivencia nunca queda sobrando, leerse todos los libros del mundo no te convierte necesariamente en un buen escritor, como tampoco ser el hombre más sufrido del mundo.  Sin embargo, de un equilibro especial pueden resultar cosas geniales.  

Espergesia


Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
              
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
              
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.               
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de ferétro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
              
Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
              
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.



XXI

    En un auto arteriado de círculos viciosos,
torna diciembre qué cambiado,
con su oro en desgracia. Quién le viera:
diciembre con sus 31 pieles rotas,
                                 el pobre diablo.
    Yo le recuerdo. Hubimos de esplendor,
bocas ensortijadas de mal engreimiento,
todas arrastrando recelos infinitos.
Cómo no voy a recordarle
al magro señor Doce.
    Yo le recuerdo. Y hoy diciembre torna
qué cambiado, el aliento a infortunio,
helado, moqueando humillación.
    Y a la ternurosa avestruz
como que la ha querido, como que la ha adorado.
Pero ella se ha calzado todas sus diferencias.



martes, 10 de enero de 2012

Trampolines


Uno sabe como saben las cosas
que dejan de doler
¡cuánto me gustaría que tu error no fuera tan grande
para que no acumularas más dolores antes del golpe!

Los pretextos para nuestra propia perdición
son el pan de cada día del arrepentimiento
y exhibir una inocente pestaña en el ojo del pasado
es sin duda mucho más cómodo que hacer un intento
                               no deseado
por sacarse las heces que han cubierto tus propias miradas

Pero de trampolines está lleno el camino
unos para volar
otros para estrellarse
vos has usado fantasías para brincar sobre mi
como un trampolín
pero como en todas las fantasías
tu final está en el piso
               
Sin embargo yo me he impulsado con los resortes del dolor
y la ausencia de culpas
y de malas conciencias
me han puesto a volar
porque aun me quedan miles de sonrisas
cuando miro en el espejo
porque aun me quedan lágrimas de satisfacción
de saber que no es mi lencería la que alguien guardará
como un trofeo de guerra más, tan sólo eso, uno más
y no soy yo quien llevará el título de lo utilizado
un vaso lleno de néctar que se derrama en las manos torpes
de quien nunca sabrá beber

miércoles, 4 de enero de 2012

Catarsis de malos deseos


No te deseo la muerte
pues todas las pestes del mundo se encuentran en la vida
todas, como las que me dejó tu presencia
tan diminuta como nefasta
porque bastó que apenas rosara mi vida
para que yo empezara a desear:

que una patada en la sien te desprenda las dos retinas
que un carro te maje los talones de Aquiles
que una copa de cristal se te reviente en el glande
que la disfunción eréctil afecte tus mocedades
que las tormentas sean el sol de tus veranos
que las almas perdidas que vas guardando como trofeos
te quemen la piel y se te conviertan en herpes
que las noches no te alcancen sumadas con los días
para apagar los tormentos de tu conciencia
que el grito que no ha podido salir de mi, te reviente los tímpanos
que la soledad te nuble el juicio y que no encuentres a nadie
ni siquiera a quienes has robado de mí
que las tres neuronas de cerebro que te quedan
se salgan por tu boca cuando vuelvas a vomitar las copas de las fiestas
y que nunca más seas el tema de un poema
ni siquiera de uno de malos deseos

porque te puedes quedar con lo robado
dejarte como un premio lo que nunca has comprendido
y  fallar en contarle al mundo que no vales ni tu peso en mierda
pero yo aun sigo aquí
sosteniendo la razón por el mango
seguro de que como siempre
cada vez que me hunda
mis propios pasos me sacarán a flote.

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