viernes, 10 de febrero de 2012

Del agotamiento y la certeza


No era un hospital, era un reloj de arena.  Sus dos camas separadas se encontraban un poco   elevadas y la arena que se precipitaba en medio de los dos no parecía cesar, pero aun no los había alcanzado.

Estaban convalecientes, muy heridos, cansados, padeciendo eso que pasa con todos los que son aventados en una guerra: la guerra se adueña de ellos y luego ellos se adueñan  de la guerra como si fuera su modo de vida.

Así que ahí estaban, viendo la arena subir, restregándose las heridas uno al otro, jactándose del tamaño de las propias... Sin mirar al tiempo cubriéndolos poco a poco.

Tenían la certeza oculta de que las únicas manos capaces de darle la vuelta al reloj eran las suyas.

Tenían esa certeza mientras esperaban sanarse en medio de la guerra.  

Tenían esa certeza y no querían esperar más, pero la arena seguía subiendo y ellos no hacían nada con su certeza.

Aun tienen esa certeza, de enfermos esperanzados en que el tiempo, que los mata, sea lo que los sane.

Tienen un poco más de certeza y un poco menos de tiempo.

Tendrán esa certeza un poco más clara cuando sanen.

            Tienen la certeza

Tendrán la    certe….

3 comentarios:

  1. Está bien el divertimento. Lo sentí más poema que cuento, pero eso no tiene la menor importancia.

    Saludos!

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  2. Jajaja, por eso es que te digo que yo tengo problemas con el concepto de microcuento! En este caso a lo mejor habría que llamarle Micro-divertimento!

    Saludos Germán!

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  3. Por ese motivo, los "géneros" son a veces puro convencionalismo, independientemente de ellos, buscar la calidad y la honestidad intelectual.

    Saludos!

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