lunes, 20 de febrero de 2012

Parábola de un tren


Digamos que cuando iba saliendo del tren no se fijo que aun se estaba moviendo, si es que semejante cosa es posible. Ahora bien, no fue que el golpe que se dio hubiese sido mortal, simplemente que tirarse del tiempo, así como ella, y quedarse golpeada mirándolo sonar tan cerca, a cualquiera logra estremecer. Yo mismo me estremecía de verla ahí caída, con las rodillas raspadas y las manos sangrando; al principio no me preocupé mucho porque ya se sabe que los trenes luego de que van, indefectiblemente regresan. Sin embargo me ganó el tedio, o si se quiere, el hastío de tener que seguir el viaje a solas, de manera que un poco más adelante, me animé a aventarme mientras el tren aun estaba en marcha,  con el firme propósito de regresar por ella y esperar que el tren regresara para los dos. Pero desde ahí, tirado en el piso con mis rodillas raspadas y mis manos sangrando la miré donde iba colgada del último vagón, mirándome mientras se alejaba con una cara...   



3 comentarios:

  1. Tiene razón Sergio Arroyo, le falta dramatismo, el narrador parece que reflexiona no que cuenta. Formalmente evita los infinitivos. El final (¿Con otra cara?) te lo sacaste de la manga, y no viene al caso...Saludos!

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  2. Gracias por pasar German! No he visto el comentario de Sergio Arroyo... no encontré el post en el face de la convocatoria!

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  3. Desgraciadamente, en el Grupo nada aparece, ni comentarios, ni entradas, ni nada... no sé lo que estará ocurriendo.

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