sábado, 25 de febrero de 2012

Anti-normalidades


No me gusta ser “normal”. Y semejante afirmación es sin lugar a dudas un lugar común, ya lo sé, sin embargo por alguna razón, desde muy pequeño he tenido muchas dificultades para saber lo que significa ser “normal” y nunca es bueno querer pertenecer a una categoría cuyo significado no se comprende. Prefiero ser llamado loco, que además desde el tiempo de Erasmo ya no debería ser una cuestión mal vista, pero ese es otro tema. Ésta contraposición superficial que hago aquí entre la normalidad y la locura, no tiene ninguna pretensión teórica, por aquello de algún psicólogo lector, simplemente se trata de una cuestión de comprensión, es decir, si no entiendo cuando alguien me solicita que sea normal, pero comprendo perfectamente cuando alguien me dice que alguna de mis costumbres se debe a que estoy loco, entonces prefiero ser loco. De ahí en adelante, cada vez que me siento que hago cosas “normales” empiezo a dudar realmente de mi cordura.

Juzguen por ustedes mismos, veamos unos ejemplos:

El día de hoy me levanto y me voy al gimnasio con mis zapatos de cinco dedos. Todo transcurre normal (o loco). Llego a la casa me baño, almuerzo, y luego me  coloco mi boina y me siento a leer unos aforismos de Cioran con un Marlboro rojo y una taza de café sin azúcar, mientras que escucho aleatoriamente una selección de Janis Joplin, con unas fugas de Bach, Bob Dylan, Pink Floyd, John Coltrane y un par de boleros de Felipe Pirela seguidos de un par de temas de Led Zepellin. Luego converso con mi Tata de cuestiones del pasado familiar que parecen no estar resueltas aun, ni tienen ganas de resolverse. Luego salgo de mi casa con el fin de realizar algunas compras. A la primera tienda que llego mi discurso va más o menos así: “necesito dos primas sueltas punto 11 para acústica de metal, por favor”. El chavalo me las da y conversamos ciertas cuestiones más o menos sobre la misma temática. Salgo con mis compras hechas y al llegar a la cafetería le digo a la muchacha: “un cappuccino triple grande con una splenda, pero que no sea endulzante, porque tienen aspartame, tiene que ser splenda”  La muchacha hace esa cara que uno hace cuando le llega un mal olor, pero yo andaba bien perfumado, y me dice: “ ¿qué es un cappuccino triple?” le explico qué es, pero la cara de mal olor se le quita sólo cuando se percata de que sí tiene splenda y no tiene que preguntar qué es aspartame.  Me voy con mi café y por desgracia se me ocurre meterme en la librería del mall donde estuve a punto de poner una queja para que en la entrada hubiera un rótulo advirtiendo que el lugar estaba infestado con libros de autoayuda, me abstuve de hacerlo, y mi visita a la librería no se dilató por más de 45 segundos. Finalmente, mi último destino era la tienda de cosas de oficina, donde llegue preguntando: “disculpe, ¿tiene papel vegetal?“ La chavala que me atendió pareció haber heredado la misma cara de la de la cafetería y sin decirme nada, mandó a llamar a un bigotudo simpatiquísimo que me llevó, como Virgilio a Dante por aquel infiernillo de incomprensión, y me mostró el papel vegetal, además de unas otras variantes que yo no conocía. Todo transcurre normal (o loco).

El problema empieza cuando regreso a mi casa, me meto en mi facebook, como enajenado, y empiezo a revisar las actualizaciones de mi perfil. Si no fuera porque por fortuna no compré libros de autoayuda en la librería, empezaría a temer haberme convertido en un normal. De repente me encuentro con que mi perfil se ha llenado de todo el tipo de cosas que la gente normal escribe. Sus dolores, sus problemas, sus sufrimientos, sus torpezas y demás, como si a la gente realmente le interesara recibir nuestras malas vibras, y todo lo había escrito yo (estando sobrio, valga decirlo).  Usualmente utilizaba mi facebook para publicar aforismos en mis actualizaciones, para compartir música y para compartir los textos de mi blog, nada más. Pero de repente me encuentro haciendo berrinche en público y me asusto. ¿Cómo no? Esas son las cosas que hace la gente normal (normal), los que van a misa puntualmente todos los domingos, los que piensan que los últimos dos gobiernos son los mejores que ha tenido Costa Rica en toda su historia, los que piensan que José María Figueres es la mejor opción para presidente de la República porque come tamales y habla francés, los que piensan que Ricardo Arjona es un poeta, los que dicen que Paulo Coelho se merece un Nobel de Literatura, los que creen que la Nación es un periódico súper serio, esos los normales, los que piensan que el  facebook es el diario personal o la bitácora publica de su vida donde se escriben cosas como: “me acabo de levantar”, “ya me voy a acostar”, “voy al baño”, “ya entré”, “ya me estoy enjabonando”, etc.  No tengo nada personal en contra de los normales, pero de lo que no tengo dudas es de qué yo no soy ni quiero ser parte de eso ¿Quien no se hubiera asustado como yo al encontrarse en peligro de convertirse en semejante cosa?  

Obviamente, como debía ser con tal de ser un poco consistente con toda ésta hablada, procedí a borrar las auto-flagelaciones del perfil, no sin antes sonrojarme un poco de ver las amables llamadas de atención por parte de mis amigos, quienes de no ser por el estilo, sin duda hubieran pensado que alguien había hackeado mi cuenta. Se hizo un desorden, todo mundo llamaba a mis papás y a mis hermanos para ver qué me pasaba, mis amigos se empezaron a reportar con mensajes de texto a mi celular y llamadas telefónicas temiendo que me estuviera contagiando de normalidad. Pero no, fue solamente un desliz, un tremendo resbalón como cuando uno va caminando por un sueño y se cae en una pesadilla. Pero por fortuna ya estoy de vuelta en mi locura. 

8 comentarios:

  1. No te imaginás lo que me he reído con esta entrada tuya.

    Por otro lado, siento que lo que teme perder el sujeto este, es su "singularidad"... triste mundo este lleno de normas para ser normales... hasta la locura tiene sus normas.

    Saludos!

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    1. Hasta ahora veo éste comentario Germán! Qué bueno que te hayás reido! y sí, yo comparto la tristeza de tener que ser testigo de las famosas normas! jajaja

      Saludos!

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  2. Algo que me parece importante mencionar tambien es que muchas (para no decir todas) de estas personas "normales" se consideran unicas en su especie (asi como lo quisiera yo o lo quisieras vos) por el simple hecho, por darte un ejemplo, de estar muy al tanto de que les gusta la Nacion sabiendo que no es un periodico serio y que aun asi no les importe...es una especie de rebeldia dentro del conformismo que hace a muchos sentir que se destacan de la multitud ;)

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    1. Gracias Mela, sí efectivamente el hecho de que las personas todas crean que son "únicas en su especie", es otro argumento a favor de que el tema de la normalidad puede llegar a ser ambiguo hasta el vértigo. Pienso que el afán por sentirse descontento con ser parte de "lo mismo" es una leve intuición de que las cosas no están del todo bien de la forma en que están... eso ya representa un avance.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me encantó leer ésta entrada.
    Me he reído montones leyendo cada una de tus singulares percepciones... Muy acertadas por cierto!!!
    Tanto, que en algún punto de dichas percepciones me vi reflejada en algún momento de mi vida.
    De ahí la risa :-)

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  5. La vida es mas divertida cuando se esta loco!

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