sábado, 9 de julio de 2011

La ética del “vivazo”

Desconozco si la categoría es utilizada en distintas regiones de habla hispana bajo la misma acepción, y de hecho desconozco si  existe oficialmente como vocablo de acepción costarricense; obviamente también desconozco las nuevas formas que utilizan las más jóvenes generaciones para referirse al “vivazo”. Sin embargo antes de entrar la tipificación del vocablo, tengo que decir que mi opinión es que en Costa Rica dicha palabra predomina con un valor casi que de imperativo categórico kantiano, es decir, los parámetros a seguir desde el último y más bajo espécimen de la fauna social, hasta el más alto oligarca de cualquier calaña (aquí lo de bajo y alto debe entenderse como completamente relativo, y sin prejuicios de tipo clasista, es decir, en realidad no sé moralmente quién está más abajo que quién) todos se mueven con las cuerdas de la ética del vivazo. ¿En qué consiste ésta? Es muy sencillo: el bien y el mal están definios con base es quien es el más vivazo. Ser bueno y ser vivazo son una y la misma cosa, mientras que si usted, querido lector, es un dormido, sapo, bombeta y demás categorías que hacen las veces de antónimo del vivazo, quiere decir que esta moralmente mal.

El vivazo es abiertamente educado para ser tal y, desde hace ya varias décadas, la categoría ha pasado a ser insertada de manera que ya ni siquiera se cuestiona. En las escuelas y colegios nunca falta quien se jacte, con orgullo, de pasar un examen sin haber estudiado porque es un vivazo, el estudiante se enorgullece de su mediocridad porque basta con ser un vivazo para cumplir con los requisitos que se le requieren. En las universidades (públicas o privadas, pues la ética del vivazo sobrepasa estos detalles) el estudiante se enorgullece de pasar con 10 un curso copiando y pegando artículos de wikipedia y otras páginas de internet en sus investigaciones. El vivazo prefiere leer el resumen de un libro, o mirar una película, para responder las preguntas de un examen. El administrador de la empresa (nacional, o transnacional) se siente moralmente correcto cuando acepta sobornos o negocios sucios, pues de no hacerlo, sería un dormido. El policía de tránsito que no acepta mordidas para el cafecito con el compa, no es un vivazo. El diputado que no trafica influencias no es un vivazo. El que esta fuera de la argolla es un picado porque no está dentro, es un mediocre, no es vivazo. El político, así sea el presidente de la República no es vivazo si no manipula concesiones. El sacerdote que no es pedófilo o que no se toma las ofrendas, no es un vivazo. El pastorcillo evangélico (o de otras denominaciones) que no utiliza los diezmos en su beneficio, no es un vivazo. El jugador de futbol que no demuestra que se pueden ganar partidos después de una noche de juerga no es un vivazo. El empleado público que no se roba el salario no es un vivazo. El galán de cantina que no tiene una gran hablada para ligarse a todas las nenas  no es un vivazo...

Los ejemplos son infinitos (sin exagerar).  No voy a hacer una prédica del deber ser del tico, me basta con traer a la luz la causa de tanta mugre. En un lugar donde ser libre se traduce en ser mediocre, en donde “soy tico porque como gallopinto y digo pura vida” (¿?) como dice un grupillo de facebook, en donde si uno esta en contra o señala estos puntos es un resentido, chancletudo, negativo, pesimista, y demás etcéteras, es muy sencillo comprender que las consecuencias de lo que vivimos son causadas por nosotros mismos. Luego resulta sencillo culpar a la divina providencia, o a la Virgen de los Ángeles de no cumplir nuestras voluntades. El país más feliz del mundo es el título con el que el vivazo justifica la podredumbre de no hacer, de que otros hagan, de que yo-no-sirvo-para-eso y demás patrañas.


1 comentario:

  1. Un análisis fácil de entender pero muy profundo de la realidad costarricense, que dicho sea de paso es un cambio originado en el año 1970, cuando sucede quizàs un acto de viveza en el campo polìtico y se altera el "orden" establecido para ser presidente (la lista del Partido). Un acto inesperado que esfumó a mìstica posible de la Revoluciòn o Guerra de 1948.

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