domingo, 19 de abril de 2015

Del odio por los calendarios


La memoria es tan políticamente correcta como el olvido es políticamente incorrecto, todos lo saben. Quisiera tener memoria sin calendarios, o tener eso que llaman una memoria más selectiva… una memoria que se olvidara más de mí.  Removería por supuesto el 7 de mayo de 82, y luego todos los sietes de mayo sucesivos. Son prescindibles. Removería todas las navidades y todos los fines de año. Ni se diga de todos los aniversarios de muerte, los removería todos. Removería todos los aniversarios, removería primero los meses, luego los días y por último removería todos los relojes. Removería la linealidad del tiempo y con eso su caducidad. Las memorias estarían siempre vivas y los olvidos también (aunque a veces me olvido un poco más de la cuenta). El caos del tiempo sin calendarios me seduce, recordar sin fechas es tan caótico como llenarse de mierda las manos antes de comer y no tener con qué lavarlas; una encrucijada: o comés o morís. La memoria debe ser tan imprecisa como la vida… a veces…

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