La memoria es tan políticamente
correcta como el olvido es políticamente incorrecto, todos lo saben. Quisiera
tener memoria sin calendarios, o tener eso que llaman una memoria más selectiva… una memoria que se olvidara más de mí. Removería por supuesto el 7 de mayo de 82, y
luego todos los sietes de mayo sucesivos. Son prescindibles. Removería todas
las navidades y todos los fines de año. Ni se diga de todos los aniversarios de
muerte, los removería todos. Removería todos los aniversarios, removería
primero los meses, luego los días y por último removería todos los relojes.
Removería la linealidad del tiempo y con eso su caducidad. Las memorias
estarían siempre vivas y los olvidos también (aunque a veces me olvido un poco
más de la cuenta). El caos del tiempo sin calendarios me seduce, recordar sin
fechas es tan caótico como llenarse de mierda las manos antes de comer y no
tener con qué lavarlas; una encrucijada: o comés o morís. La memoria debe ser
tan imprecisa como la vida… a veces…
