lunes, 25 de febrero de 2013

En un ring



Todo empezó como una broma y no hay reglas para las bromas.  Los dos se pusieron guantes y sin que sonara ninguna campana se empezaron a golpear.  No viene al caso quien dio el primer golpe ni quien fue el primero en enojarse.  Lo tenía en el piso y le seguía pegando cuando ya no se defendía. La sangre y los moretones parecían parte de la broma; la sonrisa perdida detrás de los hematomas y los gritos para que se detuviera parecían parte de la broma, el llanto y las convulsiones también. Pegarle a un bulto de sangre, carne y huesos ya no era gracioso y se detuvo. El cuerpo ya no respiraba. Parecía parte de la broma.

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