Cuando
uno anda en busca de libros de historia aquí en Costa Rica, irremediablemente está
destinado a encontrarse con textos de un alto nivel técnico, pero con total carencia
de estilo literario: textos planos, tediosos, llenos tanto de datos históricos
enriquecedores para el investigador, como de lugares comunes a nivel de
redacción. La razón es que la mayoría de estos textos salen desde la “academia”
donde existe cierta hambre de rigurosidad científica, casi mitológica, que
reposa sobre la idea de que un texto bien escrito, es necesariamente un texto
impreciso. Quizás por esto es que a pesar de que en su mayoría no son muy
extensos, fuera de la universidad no tienen un gran público, y quizás por eso
muchos preferimos la novela histórica como una fuente primordial de consulta.
Todo
esto, junto con otros acontecimientos fortuitos fueron lo que me llevó al
primer texto de Anacristina Rossi que tuve el gusto de leer: Limón Blues, acerca de un fragmento
interesantísimo de la vida afro caribeña en Costa Rica y que, según la autora,
forma parte de un díptico en cuyo segundo volumen contará la historia del Limón
actual. Esta segunda parte se llama Limón
Reggae y ha sido publicada por Legado en 2008 pero aun no he tenido la
oportunidad de leerla.
Pese
a esto, movido por la lectura de Limón
Blues, me dispuse a leer la que según los chismes, ha de ser su novela más
emblemática, a saber, La Loca de Gandoca. Como suele pasar con los textos muy conocidos,
uno llega a saber mucho de lo que se
habla acerca de la novela, pero nada
acerca de lo que está realmente escrito
en ella. Pienso que como lectores debemos desconfiar mucho de esas famas, es
probable que contribuyan a una injusta sobrevaloración de los textos.
La Loca de Gandoca
es una novela corta, la edición de Legado, que es la que tengo, consta de 114
páginas con una fuente por lo menos número 14, a diferencia de Limón Blues que
incluyendo la Coda, suma 429 páginas con una fuente relativamente pequeña. El
dato de la extensión, si bien en realidad no dice nada desde el punto de vista
literario, parece haber creado una brecha de estilo entre ambas novelas:
mientras en Limón Blues, aparte de la
Coda, parece que no ha sobrado absolutamente nada dentro de la narración, en La
Loca, por su parte, parece que se han forzado dos fragmentos para dar forma a
una novela. Hay dos elementos dispersos; tal vez era más bien el material para
un cuento corto y un trabajo técnico de investigación que se metieron en una
licuadora y de ahí salió una novela.
Pero,
¿cuál es pues el valor de La Loca de Gandoca? ¿Eso que la ha hecho ganarse un
lugar dentro de la literatura tica? La novela es sin duda un documento
importante, un texto sin precedentes exhaustivo en su investigación y como proyecto
crítico un texto más que valiente. Sin embargo no es una buena novela, el
entramado de su idilio con un marido borracho no tiene ninguna relación con la
problemática del Refugio Gandoca y en un texto tan pequeño, termina siendo un
total desastre. Yo personalmente recomiendo su lectura sobre todo desde una
coyuntura científica (entiéndase, no literaria) pero si el lector quiere
conocer los inagotables recursos narrativos de Rossi, yo le recomendaría empezar
por Limón Blues que igualmente me
motivó suficiente como para seguir leyendo a la autora y sin duda el próximo
texto al que le entre será Limón Reggae.
Lo que hoy sí puedo decir, es que de haber leído primero La Loca de Gandoca, como me ha pasado con
otros autores ticos, sin duda no hubiera leído nada más. La novela que se
convierte en prédica, ha de leerse como prédica y no como novela, y a mí me
aburren demasiado las prédicas.
Esperaré,
eso sí, que el próximo texto de Anacristina Rossi, al igual que estos dos,
merezca un comentario y en cuanto lo lea, les contaré como me fue.