sábado, 28 de septiembre de 2013

Parabólicas



A mi amigo L.O.C.A. 

Hay dos platos gigantes de concreto, uno frente al otro, separados a una distancia de unos treinta metros a los que nadie ha dado importancia. Yo estoy con el viejo que me dice entusiasmado “son antenas, vaya allá y cuando me hable, yo lo voy a escuchar desde aquí”. Yo obedezco receloso pensando en la pereza de hacer caso a esos divertimentos irrelevantes propios de la desocupación. Pienso en lo vacuo que puede llegar a ser semejante experimento de comunicación cuando se tiene a la otra persona justo al lado para decirle frente a frente todo cuanto sea necesario. Llego hasta mi plato, me acerco escéptico y le pregunto como un idiota “me escuchás?”. La voz sonriente a los treinta metros asiente y me contesta con un mensaje jamás esperado. De esos que son una revelación, de esos micro-mensajes circulares que son capaces de cambiar un mundo, de hacer de la vida incomprensible un momento comprensible para siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Amigos de Literaturavecc