Tengo
que confesar, no sin gran vergüenza, que no he sido un gran lector de
literatura costarricense, pero esto no es nada que no pueda cambiar, sobre todo
con alguna motivación. Y qué
mejor motivación, cuando uno es un adicto a la lectura, que encontrarse un buen
trozo de literatura: “…ella le demostró
sencillamente que podía caminar por las calles, hacer el amor, comer, vestirse
y soñar sin su ayuda, a cambio le dejó ese paisaje cotidiano donde todo lo
demás se fundía con lo suyo”,
fragmento del cuento “Abrir los ojos y ver”, incluido en Variaciones Para una Ficción,
el cuentario de Germán Hernández que en ésta ocasión los invito a leer. Un tono para mí distinto y novedoso dentro de
la literatura costarricense, sin poses de intelectualidad barata ni tampoco
ruidos de temas autóctonos-exóticos para conmover sentimientos nacionalistas
enclenques del tipo “apoyemos el talento nacional”. Germán se dispuso a
realizar un trabajo literario de calidad y lo logró. No sé a usted, amable lector, si
un fragmento como el anterior lo invita a la lectura, pero por lo menos a mí,
me hace esperar con ansias la próxima publicación del autor.
Ahora
bien, comentar un cuentario es una tarea que siempre me ha parecido un poco
desventajosa para el autor, sobre todo
porque éste se expone a antojadizas cuestionantes acerca de su selección. Por supuesto que no es un gran problema, pues
evidentemente la selección de unidades de sentido individuales, como lo son los
cuentos o los poemas, siempre lleva consigo una voluntad antojadiza por parte
del autor también, lo cual resulta en un empate. De todas formas, voy a empezar
por hablar del texto que me ocupa hoy precisamente desde la selección y
estructuración de sus textos.
A
Germán Hernández no he tenido el gusto de conocerlo en persona, sino que apenas
hemos logrado hacernos amigos gracias al Facebook, donde Hernández realiza,
junto con su blog El Signo Roto, una tarea hormiguística de difusión de la narrativa
costarricense y latinoamericana, entre otras cosas. Esa fue la primera faceta
que conocí de Germán y fue hasta después que le conocí como escritor.
El
texto que aquí comento es su primer libro de cuentos publicado por Euned en
2010. A pesar de ser un libro baratísimo (2 rojos y medio, o 5 dólares, o dos
paquetes de blancos, o los pases de la Peri, según se prefiera) fue hasta hace
apenas una semana que lo pude conseguir, no está disponible ni en la Universal,
ni en la Lehman, ni tampoco, obviamente, en las librerías light de los Malls, entierro en el que, por supuesto, no tiene ninguna vela el autor. Así que tuve
que aprovechar el pretexto para irme a meter a Libros Duluoz para conseguirlo y
de paso conseguir un par de joyitas más. Supongo que también ha de encontrarse
en la librería de la Editorial Costa Rica y en algunas otras por el área de San
Pedro, pero en fin, estas cuestiones aledañas no vienen al caso en este
momento.
Variaciones para una Ficción es un texto
pequeño, incluso yo, que soy un lector sumamente lento, lo he podido acabar en
escasos cuatro días. Goza de dos secciones: I: Introducción para los adoradores
del sentido y II: Variaciones de un
tema de Maigret. Desde el punto de
vista meramente formal, a mi juicio la compilación realizada por Hernández no
es la propia de un cuentario, sino más bien, la de dos textos por separado, la
primera que sí sería
cuentario y la segunda, que goza de una unidad temática singular, habría que
catalogarla acaso como un micro-novela.
En general es un texto cuidadoso y que claramente muestra un gran
trabajo de depuración. Sus variaciones y su principal elemento narrativo no es,
sin embargo, la trama o la línea de acción, sobre todo en la segunda parte,
detalle que significa el primer reto para el lectorcillo acostumbrado a
narraciones del tipo: introducción-desarrollo-conclusión. Su elemento narrativo
principal es en el uso lúdico de la enumeración: “… pero uno de los paquetes se vuelca desparramándose por el pasillo,
maldice, deja caer otros paquetes, levanta las llaves, se pone de pie y abre,
entra en el apartamento, enciende las luces y regresa a recoger todas aquellas
cosas, las despacha poco a poco en su sitio, se toma todo el tiempo y limpia
los regueros hasta no dejar evidencias…” en otro fragmento del mismo texto
citado arriba , o bien, la variación de las enumeraciones que llega a su culmen
en “Opera (Reparto)” un texto que si bien no es precisamente narrativa en sí
(cualquier cosa que eso signifique), dentro del contexto de la selección, es
donde adquiere su valor. En éste utiliza fórmulas como: “Hombres de oficina, con maletines y disfraces, finos lapiceros y
agendas llenas de cosas impostergables, gruesas billeteras y autos deportivos,
hombres solos, hombres enamorados, hombres con cara de payaso, con cara de
policía, padres de familia, borrachos inmóviles…”, etc. En fin, la utilización
constante de la enumeración es un
detalle característico del estilo de Hernández y llega a ser quizás la
justificación o elemento común para la selección de los textos.
Con
respecto a la temática abordada en Variaciones
para una ficción, como todo texto honesto y actual que se respete, no es
homogénea ni lineal, consta de una oscilación de temporalidades o
cotidianidades, acaso paralelas al modo de vida caótico de los habitantes de
“San José de Costa Rica”, como gusta de llamar el autor a su ubicación
geográfica. En la segunda parte por ejemplo, en la que he considerado casi una
micro-novela o un proyecto para una pieza de teatro, el narrador o los
narradores, varían desde un anciano que cuida a su esposa enferma, pasando por
unas marionetas asesinas, hasta un sucio gato residente de un bar-putero de
mala muerte, todos, alrededor del asesinato (¿?) de una mujer que aparece sobre
las vías del tren. La propuesta de Germán en su segunda parte es la de múltiples
narraciones concéntricas que promueven diversas experiencias de lectura.
En
fin, si usted quiere divertirse con una lectura inteligente y quiere enterarse,
como yo, de qué
tipo de material se está
produciendo actualmente a nivel nacional, Variaciones
para una ficción es sin duda, una lectura obligatoria. No pretendo entrar a
sermonear con verborrea del tipo “el tico no lee, por eso estamos como estamos”
etc., pero sin embargo, si está cansado como yo de estar viendo gente embruteciéndose
con La Teja o si está cansado de
escuchar en la tele y en la radio las estupideces de Rodrigo Arias y demás
calaña, no se desanime, que ya tiene con qué ocupar su tiempo.
Voy a leerlo, suena interesante
ResponderEliminarRecomendado teus!
EliminarJustamente, el domingo pasado le conocí la voz a Germán. Pasaron en Canal 15 una entrevista que le hizo Evelyn Ugalde. Creo que Germán es un escritor de proyectos grandes: trilogías, sagas medievales. Justamente el tipo de literatura que algunas personas (des)califican de ambiciosa. Digo, si no hay una ambición artística detrás de la escritura, sería mejor abstenerse.
ResponderEliminarConcuerdo con vos Sergio, esperaremos pues la próxima publicación de Germán!
EliminarHalagado por esa lectura cómplice, comprometida y tan generosa, gracias Verny.
ResponderEliminarUn placer Germán! quedaré en espera del próximo texto, ojalá sea pronto!
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