viernes, 10 de octubre de 2014

El imaginario del gusto en un dedo



Con las redes sociales, los hashtags y los pulgares para arriba al mejor estilo de emperador romano, no solamente se ha convertido el gusto en una cuestión de estadísticas, sino que también se ha transformado (acaso retomado) el juicio de gusto como una cuestión moral y política. El emoticon de un pulgar señalando hacia arriba significa literalmente ¨me gusta¨. Pero cuando alguien sube una foto de unos niños muriendo de hambre en África y un miserable comentario en contra del Ice bucket challenge para no gastar agua, aparecen una multitud de deditos para arriba que significan ¨estoy de acuerdo, qué barbaridad gastar el agua en semejantes estupideces¨. Y luego aparece la mujer con el familiar enfermo que dice que pide al público virtual que por favor oren por el enfermo, aparecen mil ¨likes¨ que significan: sí amiga, ya oré. El amigo a quien se le acaba de morir un pariente y pone una foto de un lazo negro le damos tantos like, como al bicho a quien se le acaba de morir el perro.

¿Nos gusta realmente todo a lo que le colocamos el dedito? No lo sé. Es  muy  probable que no, como cuando marcamos con un dedo la papeleta del bicho o la bicha que llegará a ser presidente. Al amigo talentoso que dice que canta y escribe y le ponemos un dedito para arriba como muestra de solidaridad por su gran labor, pero no quiere decir ni siquiera que hemos visto con un mínimo de decencia algo de su trabajo. Los likes son vagos, significan que nos detuvimos suficiente tiempo como para hacer click en el ícono, y en muchos de los casos son un ¨al rato paso¨, los likes son un parámetro para medir nuestro gusto eventual, no nuestro gusto real, pero la bicha que sale con las tetas afuera no está feliz con el número de likes hasta que se quita la parte de abajo y recibe likes hasta de su mama, porque el gusto es una estadística que se mide con likes. ¿Nos gusta?  No lo sé. El gusto significa pues: la suma de gustos, de lo rico, de lo mejor, de lo peor, de la nada, de todo…

Ahora más que nunca parece claro que la vara del gusto es una cuestión de consenso y que claramente se ha debilitado (o fortalecido?) por una aparente cuestión de suma. No sé cómo andarán los datos la verdad, pero así en una revisión bastante superficial podría uno definir los gustos de la gente en el face a punta de likes: a la gente le gustan los cuerpos desnudos, no importa si es porque son hermosos o porque son ridículos, parece que la valentía de poner una foto tierra genera likes, es decir, a la gente le gusta. Y la gente gusta de las muertes, las enfermedades, el dolor, los chismes, las aplicaciones para smartphones, la música, la no-música, la fama, el dolor de los otros, los selfies, las fotos en general, las publicaciones de Amelia Rueda, las frases apócrifas de Bob Marley, los lugares comunes y los posts repetidos, a la gente le gustan los posts de los compas depresivos que publican el dolor de todo porque la novia los cortó igual que les gustan las imágenes random de google, Instagram, 9gag y sobre todo de parejas y familias felices. Lo dice el face, lo dicen los pulgares, todo mundo lo sabe. Eso es el gusto. ¿Eso es el gusto? 

 

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