Aprendí a bailar desde los nueve.
Mi vida ya estaba llena de música desde muy chamaco, pero para aprender a
bailar, los elementos principales fueron mi mama y la Sonora Santanera. Aprendí
a bailar con el bolero, con temas como el desamor, la desilusión, la tristeza,
la nostalgia, etc. Es decir, aprendí cómo se sentían bailando cosas que a mis
nueve años claramente no conocía. La empatía tenía que ver con una cuestión de
la sensibilidad derivada de las cadencias y las síncopas rítmicas que yo sí
conocía y no con mis parejas amorosas hasta entonces inexistentes. ¿Cómo se
baila una cadencia menor en la voz de Felipe Pirela o un puente de vientos de
la Sonora? Eso no se lo enseñan a nadie ni en Merecumbé!
Lo más curioso es que el Bolero
es un género muerto. ¿Quién escribe boleros hoy? Lo más reciente que recuerdo
es Frank Domínguez o no sé, las versiones más nuevillas de la Fania como en los
80´s. A lo mejor el papanatas de Luismi cantanto a Manzanero (me aguevás). La
verdad no me explico por qué. El bolero es para mí una de las claves más
importantes no solo para comprender el amor y sus variables, sino una de las
fórmulas musicales más completas y en algunos casos de las más complejas. El
bolero explica el llanto y la sensualidad, la nostalgia y la satisfacción, los
sueños y el caos de la vigilia pretensiosa y esperanzada por el objeto amado.
Hasta la fecha, aun lloro un poco cuando escucho a Daniel Santos con su
vocecita de tapis pidiéndole favores al destino o a Agustín Lara de necio con
María Felix… (qué putas sabe un chamaco de nueve años de semejantes cosas!)…
Pero en fin, luego del bolero vino la salsa y demás subgéneros que para
cualquiera que sabe, son subgéneros del jazz y es así como de hecho llegué al
jazz. Mi más grande vicio! (y eso que tengo un montón)
Sigo pensando, sin embargo, que
no hay géneros similares al bolero actualmente para rellenar ese
desconocimiento que hay ahora del amor. Si bien es cierto el jazz rellena las
carencias de tipo musical que hay en general, no lo logra con respecto a la
música como reflejo de la experiencia del amor (hay que hacer la salvedad del
formato de los Jazz Standards que son, dicho sea de paso, otra lengua muerta)
tanto femenina como masculina. Hay una idea muy errónea de que el bolero es un
género masculino y machista [insértese aquí una risa muy burlona], baste con
mandar a cualquiera a buscar a Lena, Malena y la misma Elena Burke, a la última
Celia, a Libertad Lamarque, Toña la Negra, María Luisa Landín y obviamente a la
mamá de los tomates Consuelito Velásquez para comprobar que la vara del amor a
través de la música es un tópico unisex y que no tiene para nada repetición.
En fin, a mí me sigue preocupando
que la música se disipe en cosas medio raras que no corresponden ni a la
música, ni al mensaje que pretende transmitir. Es posible que no haya ni
siquiera una intención de transmitir nada. Bailar no es deseable tanto como sí
es recordable, y a mí la vara esa de sentirme como un dinosaurio, sigue sin
gustarme del todo. ¿Es acaso que la única opción ante las sensibilidades es
adaptarse a ellas? ¿No hay ninguna opción de heredar un poco de carne, un poco
de cuerpo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario