Se apareció. Todos saben que las
cosas así simplemente se aparecen. Un fantasma. No sé si estaba en el texto de Girondo o en la
copa de vino, o en la foto de los párpados muy pesados, acaso era un producto
dionisíaco del texto, no lo sé. Era un poco etérea, una de esas cosas que uno
nunca sabe cómo llegaron ahí, o una de esas cosas que uno no sabe si es una cosa,
un cuerpo, un alma o una antología de movimientos que nunca debió aparecer. Era
una manzana o una mujer, o bueno, quizás las dos cosas a la vez, como todas las
manzanas, como todas las mujeres, como todas las tentaciones. ¿Tentaciones? Pero
si la carne libre no debe ser tentada por la carne, así sea una mujer de alas y
de fugas. Se apareció. Sin decir ¨aquí estoy¨, en medio de las canciones que se
recuerdan sin saber la letra, las que se escuchan primero en el recuerdo y
luego en la piel… o se aparecen en un texto de Girondo o en la copa de vino, o
en la foto de los párpados muy pesados. ¿Ya lo había dicho? No sé. Se apareció.
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