Todo
empezó como una broma y no hay reglas para las bromas. Los dos se pusieron guantes y sin que sonara
ninguna campana se empezaron a golpear. No viene al caso quien dio el primer golpe ni
quien fue el primero en enojarse. Lo
tenía en el piso y le seguía pegando cuando ya no se defendía. La sangre y los
moretones parecían parte de la broma; la sonrisa perdida detrás de los hematomas
y los gritos para que se detuviera parecían parte de la broma, el llanto y las
convulsiones también. Pegarle a un bulto de sangre, carne y huesos ya no era
gracioso y se detuvo. El cuerpo ya no respiraba. Parecía parte de la broma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario