Para evitar desgastes a posible lectores muy ocupados, me siento
en la obligación de hacer una pequeña advertencia antes de seguir adelante con
mi lectura de El más violento paraíso
de Alexánder Obando: si usted es de esos que acostumbra desechar una lectura
por la cantidad de páginas, siéntase en libertad de cerrar este blog y seguir
revisando el status de sus amigos en Facebook, la contraportada de La Teja o
los tweets de Combate. La novela de Obando tiene casi 600 páginas.
Aclarado éste punto, podemos seguir adelante.
Hace un par de meses mi tata me regaló un ejemplar de la 2da edición de El más violento paraíso. Una edición de
Lanzallamas que, valga decirlo, merece un aplauso, no creo haber visto
ediciones ticas con la misma calidad. Para aquél momento ya había leído un par
de reseñas del texto en las que el único elemento en común que encontré es que
todas señalaban su gran valor dentro de la literatura contemporánea
costarricense. No es para menos, es una novela compleja (que no una lectura
compleja) y sin duda es obligatoria si se quiere tener una idea más o menos de
lo que se escribe actualmente en Costa Rica. Ahora bien, las novelas complejas
(entiéndase no en el formato tradicional, cualquier cosa que esto signifique)
comparten la característica de ser víctimas del empoderamiento por parte de
ciertos exégetas canónicos que pretenden sentar las bases para su lectura. El
caso de El más violento paraíso no es
la excepción, goza de múltiples lectores del tipo: “si querés comprender la
novela, tenés que ser un lector experimentadísimo como yo”, se apropian de la
interpretación por un afán de vanidad más que por un deseo de comprensión. Es
definitivo que hay lectores más experimentados que otros, sin embargo, yo
pienso de las novelas complejas, como la de Obando, que su principal atributo,
más que promover una interpretación unidireccional o canónica respecto de sí,
lo que proponen es replantear los procesos de lectura.
Aquí es precisamente donde me parece que reside su valor, y es lo que la
convierte en una lectura obligatoria, es decir, plantea un problema
fundamental:¿cómo leer?. El más violento
paraíso es sin duda un proyecto de lectura, y sólo puede ser considerada
una novela en el sentido tradicional en la medida en que puede ser
considerada una novela tradicional La Biblia, Las mil y una noches o Los
Diálogos de Platón, esto es, en tanto el concepto de novela no sea precisamente
dependiente de la idea de una trama de temporalidad lineal.
La trama de la novela de Obando es: el fin del mundo, o de los
mundos, o si se quiere, la historia
de lo que sería el fin del mundo después del fin de los mundos (si no
entendió, dele una pluma a Alex y dígale que desarrolle eso en seiscientas
páginas, de ahí de fijo le sale algo parecido a un paraíso muy violento). Por
eso Obando nos propone un mundo destemporalizado que se desarrolla en las bases
lunares de Sinus Iridum y Sinus Roris y que va itinerante hacia y desde otros mundos
fantásticos que incluyen todo tipo de personajes: poetas vagando por el Pretil
de la UCR, serpientes gigantes, vampiros, dioses y demonios a diestra y
siniestra, matazones por aquí, torturas por allá, unas cuantas gotas de
crueldad y todo parece ser testificado por quien, yo consideraría, el
protagonista de la novela: Dionisio, quien a la vez que testifica, parece venir
dictando a cierto escribano, todo cuanto se ha vivido y todo tal cual ha de
terminar. Le resiento un poco al autor (muy poco de hecho) la apuesta por una
cosmología claramente occidentocéntrica, pues luego del fin del mundo, lo que quedó
o quedará es un Imperio Bizantino al estilo del siglo IV, en una versión
postmoderna que escucha Pink Floyd, convive con Eunice Odio y se droga con Esquifo.
Yo particularmente, aparte de ser un lector muy lento, soy un lector
fragmentario, difícilmente puedo leer un libro con continuidad, generalmente empiezo
con un texto y cuando me canso paso a otro, luego me canso del segundo y paso
al primero o emprendo un nuevo proyecto de lectura. Por eso cuando me preguntan
qué estoy leyendo, siempre tengo que dar una lista de seis o siete obras. Esta
particularidad hace de lecturas como la de Obando, toda una experiencia
estimulante para mis sentidos: es una compilación de fragmentos que si bien no
es azarosa o alternativa como la Rayuela de Cortázar, admite múltiples
posicionamientos en torno a sí misma.
Lo mismo propone desde el punto de vista de su contenido. He leído
sandeces acerca de ésta obra que no tienen comparación con nada, como por ejemplo
que es una novela de sexo o una novela gay, y por supuesto afirmaciones acerca
de que es una novela de ciencia ficción. Pues, si bien es cierto que hay
pasajes con descripciones gráficas al mejor estilo Borroughs o Sade, y claros
elementos futuristas y de ciencia ficción, El
más violento paraíso no soporta honestamente una lectura en esa línea, todo
forma un conjunto de fragmentos como lo he dicho más arriba. El autor, sin
embargo, ha elaborado una cadena de capítulos titulados Iluminaciones que hacen las veces de hilo y aguja para ese tejido
que el lector debería estar dispuesto a usar a su antojo, un hilo y una aguja
que Obando propone y que, por qué no, el lector puede llevarse fuera, para
cruzarse con múltiples textos, con la música y con la historia Universal.
No considero que como novela (piénsese tradicionalmente) es que repose
su prestigio, ni siquiera en comparación con el resto de la obra del mismo
Obando, pero ese es el precio de su valentía. Hay que considerar varios factores
importantes en éste punto; el contexto histórico de Obando está apestado por
una sarna de ignorancia y de indiferencia cultural, a nadie, lejos de unos
cuantos gatos del ámbito académico, se le ocurre ponerse a leer textos
monumentales como Los Hermanos Karamazov, ni siquiera La Biblia a la que tantos
adhieren su fe, y mucho menos en Costa Rica. El acto suicida de un escritor de
mandarse con 600 páginas diseñadas como un curso de lectura, es algo que ya se
merece un aplauso, y considerar que es una de las pocas novelas contemporáneas
ticas que ya va por su segunda edición, al menos parece un indicador de la
efectividad del proyecto emprendido por Alex. ¡Enhorabuena por el aporte para
la literatura tica!
Pegunte hoy en Librería Duluoz por este libro y me dijeron que está agotado en todo el país...soy más salada que @#$%& de sirena.
ResponderEliminarNo me lo vas a creer, pero la vez pasada andaba en Libromax en Multiplaza Escazú y había un ejemplar... Me quedé boquiabierto!
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