O de la psicología del patriarcado de Yolanda Oreamuno
Esta es la
escena: una botella de vino, salame genoa, Pink Floyd, la plancha y las camisas
arrugadas y los pantalones de la semana. Yo me siento muy relajado y de
inmediato pienso en el chivo que anuncian en Facebook: ¨Martes de plancha con X y Y¨… En mi cabeza no hay ninguna
referencia de tales X y Y tocando Us and
Them o Wish you were here, no
tengo registro en mi memoria de una tal Y cantando The Great Gig in the Sky, claro, porque mi música de ¨plancha¨ no
es esa música de plancha del chivo del martes. En ese chivo tocarán música para
señoras que planchan en la casa,
porque claro, son las señoras las que
planchan y escuchan música de desamores y frustraciones, de delirios y quimeras
de un macho-sapo-príncipe que resuelve todos los sufrimientos. ¿Y los maes qué,
no planchamos?
Claramente mi
objetivo está muy lejos de sobredimensionar el temita este de los chivos de
plancha. Lo que quería ejemplificar es precisamente un acontecimiento
cotidiano, de lo más cotidiano posible donde se demuestra un comportamiento patriarcal.
¡Pero suave! ¿Patriarcales los chivos de plancha? ¡Este mae está loco!... En
realidad está medio de moda la vara estupidísima y extremadamente superficial de
hablar de las feministas como feminazis, o de decir que nuestro Instituto de la
mujer debería llamarse ¨de las lesbianas¨ (un diputado dixit). Pero es que
claro, la lectura del feminismo que se hace en general es estúpidamente
superficial y deja de lado la versión más históricamente impactante, que es de
hecho la más cotidiana de una lucha por la igualdad. Es precisamente aquí donde
quiero destacar el aporte de mi más reciente lectura: ¨La ruta de su evasión¨ de Yolanda Oreamuno.
Soy un lector
caprichoso, al menos me he convertido en uno en los últimos 5 años, entendí que
me la puedo jugar con las mismas lecturas de Borges, Cortázar, Cioran y
Nietzsche, y los comodines: Bolaño, mucha narrativa tica y gringa de vez en
cuando. Así leo hasta hoy, no sé como leeré después. En esta dinámica me
re-encontré con el terrible libro de Carmen Lyra, En una silla de ruedas. Hace años cuando lo leí por primera vez, no
me hizo ni cosquillas, ahora que lo volví a leer, me pareció una terrible
mezcla de un tratado de zootecnia y botánica, con un matiz lamentable de
romanticismo que bueno… Esto no tiene nada que ver con la admiración que
profeso por Lyra en el ámbito político, pero por más que la admire, el libro es
pésimo. La vara es que decepcionado me tropecé en una librería con mi primer
encuentro con Yolanda Oreamuno y su texto de casi 400 páginas.
Quisiera
evitar hablar desde la torpe admiración que le provoca a uno un texto con el
que se genera una química automática, pero me vale mierda en realidad, les voy
a contar porque me parece que la novela de Oreamuno es un texto de lectura
obligatoria en las letras costarricenses. Valga decir aquí que la silla de
ruedas de Lyra era obligatorio en mis mocedades escolares
(que-alguien-me-explique).
La cosa es que
hoy día somos muy familiares con la literatura en primera persona, por alguna
razón eso de que el narrador sabe todo lo que siente y piensa todo el mundo ya
está trillado, es cansón, es poco verosímil. Yo mismo lo he pensado mil veces
antes de escribir un cuento en tercera persona. A Yolandita le vale mierda y se
manda con puros diálogos psicológicos a lo largo de toda la novela. Confieso
que nunca pensé que semejante tramposo recurso retórico fuera a llegar a
provocarme un apasionamiento de ninguna índole, sin embargo, Yolanda me atrapó.
No se trata
solamente de un uso ágil del lenguaje, de esos que seducen a lectorcillos como
yo del tipo ¨El mío es un silencio lleno
de palabras no dichas, que él, probablemente, oye sin que lo las pronuncie. Las
palabras se pasean por dentro de mi cabeza y si quisiera yo pudiera poner un
oído a su queja las percibiría decir: ven, mírame, bésame, y todas esas otras
tontas palabras sin sentido que se meten dentro de los pensamientos no sé cómo¨.
La cosa es que Oreamuno da cuenta precisamente de toda esa cotidianeidad de
patriarcado que subyace a todo. Trae a la luz con su novela la psicología de
nuestras relaciones tácitas de poder donde la mujer (¿ella solita?) se adapta a
una dinámica fundada en necesidades masculinas.
Hay al menos
cuatro personajes femeninos fundamentales: Teresa, la madre y ¨jefa¨ del hogar,
una mujer que agoniza, literalmente en varias ocasiones a lo largo de toda la
trama. Representa la más tradicional de las formas de familia; cría a sus hijos
bajo el esquema del padre – Vasco- tiránico, rey, patriarca que atemoriza a los
hijos quienes van teniendo a lo largo de la novela, formas igualmente
patriarcales para desprenderse del poder del padre: se desprenden del poder del
padre desprendiéndose de la madre. ¨¡No me callo! ¡No puedo callarme! ¡Yo los
odio! Los he odiado tanto que tardé
veinteseís años en saberlo. Ahí está lo que tú hiciste… porque tal vez tienes
más culpa con tu tolerancia indiferente, que él con su crueldad deliberada¨
Así argumenta Gabriel, el hijo del medio, la salida de su casa. No es por causa
de la tiranía del padre, sino de la aparente indiferencia de la madre. La
victimización del hombre ante las vicisitudes de la mujer del tipo ¨se merece
que le digan cochinadas por la ropa que usa¨.
La
segunda es Cristina, una mujer que Roberto, el hijo mayor de Teresa ha dejado
embarazada y decide llevar a la casa de sus padres. ¨Los hombres tenemos urgentes problemas fisiológicos que hay que
afrontar. La chica se prestó a resolvérmelos. Era un arreglo amistoso en que yo
también resolvía los asuntos de ella.¨ Así justifica Roberto ante su madre
el porqué de la entrada de la mujer a su casa. Cristina pierde a su hijo y
fallece en el parto. Roberto tiene un breve episodio de conciencia y se va de
la casa después de lo ocurrido.
La
tercera y cuarta mujer son las novias de Gabriel. Elena, la primera, una mujer
libre, estudiosa, enamora locamente a Gabriel por su forma desinteresada (¿masculinizada?)
de demostrarle su amor ¨Déjala amarte al
fin desde la remota hondura de su amor que no podrá llegar nunca a la remota
hondura de tu pensamiento. ¡Déjala amarte así, lejanamente! Déjala llamar como
solo llaman los perros desde el límite del silencio, en la noche. Su amor ha de
tener algo de terrorífico aullido. ¡Déjala amarte sola desde su cálido mundo
diferente!¨ porque los hombres son pensamiento y las mujeres son pasión,
pero Elena es pasión y pensamiento, una mezcla para la que Gabriel no está
listo. Lo enloquece y en un arrebato de celos, tiene que decirle adiós a Elena
para caer de rebote en Aurora, una versión regenerada de la madre agonizante,
una versión para Gabriel, pasiva, que ha acordado juntarse con Gabriel aceptando
inclusive que él piense en otras cuando le hace el amor. Amor pasivo, pasional,
paciente… ¿amor de mujer?.
En fin, son
cuatro ficciones de cuatro momentos de la mujer (al menos costarricense, por no
decir latinoamericana o mundial) que Oreamuno resume con atino en un nivel de
detalle a prueba de tontos. Cualquiera, sin distinción de edad ni estatus
intelectual debería entender después de leer La ruta de su evasión, de qué se trata esta lucha que no es solo de
mujeres, sino de todos. La lucha contra las sociedades patriarcales no se
reduce a la discusión de los montos por pensiones alimentarias, ni mucho menos
a la vara de sí a un mae lo mandó a matar la novia y no el novio. ¡Qué cosa
estúpida y superficial! El patriarcado está detrás de una HISTORIA de hegemonías masculinas ejecutadas no solo en contra de
mujeres, sino en contra de grupos con diversa orientación sexual, porque,
señoras y señores, la homofobia es una consecuencia más de los esquemas sociales
patriarcales. No todos los problemas del mundo son por causa del
fundamentalismo islámico...
Yo recomiendo
la lectura de Yolanda Oreamuno, no solo porque tiene un estilo exquisito, su
pluma es inteligente y sin sobrantes, sino porque me ha hecho consciente de que
cuando decía ¨La ruta de su evasión¨ y yo me preguntaba como un imbécil cuál
era el personaje que evadía a quién, terminé descubriendo que ella estaba
escupiéndome en la cara, con imágenes célebres lo que era en realidad ¨La ruta
de MI evasión¨.