domingo, 10 de julio de 2016

La ruta de mi evasión



O de la psicología del patriarcado de Yolanda Oreamuno



Esta es la escena: una botella de vino, salame genoa, Pink Floyd, la plancha y las camisas arrugadas y los pantalones de la semana. Yo me siento muy relajado y de inmediato pienso en el chivo que anuncian en Facebook: ¨Martes de plancha con X y Y¨… En mi cabeza no hay ninguna referencia de tales X y Y tocando Us and Them o Wish you were here, no tengo registro en mi memoria de una tal Y cantando The Great Gig in the Sky, claro, porque mi música de ¨plancha¨ no es esa música de plancha del chivo del martes. En ese chivo tocarán música para señoras que planchan en la casa, porque claro, son las señoras las que planchan y escuchan música de desamores y frustraciones, de delirios y quimeras de un macho-sapo-príncipe que resuelve todos los sufrimientos. ¿Y los maes qué, no planchamos?

Claramente mi objetivo está muy lejos de sobredimensionar el temita este de los chivos de plancha. Lo que quería ejemplificar es precisamente un acontecimiento cotidiano, de lo más cotidiano posible donde se demuestra un comportamiento patriarcal. ¡Pero suave! ¿Patriarcales los chivos de plancha? ¡Este mae está loco!... En realidad está medio de moda la vara estupidísima y extremadamente superficial de hablar de las feministas como feminazis, o de decir que nuestro Instituto de la mujer debería llamarse ¨de las lesbianas¨ (un diputado dixit). Pero es que claro, la lectura del feminismo que se hace en general es estúpidamente superficial y deja de lado la versión más históricamente impactante, que es de hecho la más cotidiana de una lucha por la igualdad. Es precisamente aquí donde quiero destacar el aporte de mi más reciente lectura: ¨La ruta de su evasión¨ de Yolanda Oreamuno.  

Soy un lector caprichoso, al menos me he convertido en uno en los últimos 5 años, entendí que me la puedo jugar con las mismas lecturas de Borges, Cortázar, Cioran y Nietzsche, y los comodines: Bolaño, mucha narrativa tica y gringa de vez en cuando. Así leo hasta hoy, no sé como leeré después. En esta dinámica me re-encontré con el terrible libro de Carmen Lyra, En una silla de ruedas. Hace años cuando lo leí por primera vez, no me hizo ni cosquillas, ahora que lo volví a leer, me pareció una terrible mezcla de un tratado de zootecnia y botánica, con un matiz lamentable de romanticismo que bueno… Esto no tiene nada que ver con la admiración que profeso por Lyra en el ámbito político, pero por más que la admire, el libro es pésimo. La vara es que decepcionado me tropecé en una librería con mi primer encuentro con Yolanda Oreamuno y su texto de casi 400 páginas.

Quisiera evitar hablar desde la torpe admiración que le provoca a uno un texto con el que se genera una química automática, pero me vale mierda en realidad, les voy a contar porque me parece que la novela de Oreamuno es un texto de lectura obligatoria en las letras costarricenses. Valga decir aquí que la silla de ruedas de Lyra era obligatorio en mis mocedades escolares (que-alguien-me-explique).

La cosa es que hoy día somos muy familiares con la literatura en primera persona, por alguna razón eso de que el narrador sabe todo lo que siente y piensa todo el mundo ya está trillado, es cansón, es poco verosímil. Yo mismo lo he pensado mil veces antes de escribir un cuento en tercera persona. A Yolandita le vale mierda y se manda con puros diálogos psicológicos a lo largo de toda la novela. Confieso que nunca pensé que semejante tramposo recurso retórico fuera a llegar a provocarme un apasionamiento de ninguna índole, sin embargo, Yolanda me atrapó.

No se trata solamente de un uso ágil del lenguaje, de esos que seducen a lectorcillos como yo del tipo ¨El mío es un silencio lleno de palabras no dichas, que él, probablemente, oye sin que lo las pronuncie. Las palabras se pasean por dentro de mi cabeza y si quisiera yo pudiera poner un oído a su queja las percibiría decir: ven, mírame, bésame, y todas esas otras tontas palabras sin sentido que se meten dentro de los pensamientos no sé cómo¨. La cosa es que Oreamuno da cuenta precisamente de toda esa cotidianeidad de patriarcado que subyace a todo. Trae a la luz con su novela la psicología de nuestras relaciones tácitas de poder donde la mujer (¿ella solita?) se adapta a una dinámica fundada en necesidades masculinas.

Hay al menos cuatro personajes femeninos fundamentales: Teresa, la madre y ¨jefa¨ del hogar, una mujer que agoniza, literalmente en varias ocasiones a lo largo de toda la trama. Representa la más tradicional de las formas de familia; cría a sus hijos bajo el esquema del padre – Vasco- tiránico, rey, patriarca que atemoriza a los hijos quienes van teniendo a lo largo de la novela, formas igualmente patriarcales para desprenderse del poder del padre: se desprenden del poder del padre desprendiéndose de la madre.  ¨¡No me callo! ¡No puedo callarme! ¡Yo los odio!  Los he odiado tanto que tardé veinteseís años en saberlo. Ahí está lo que tú hiciste… porque tal vez tienes más culpa con tu tolerancia indiferente, que él con su crueldad deliberada¨ Así argumenta Gabriel, el hijo del medio, la salida de su casa. No es por causa de la tiranía del padre, sino de la aparente indiferencia de la madre. La victimización del hombre ante las vicisitudes de la mujer del tipo ¨se merece que le digan cochinadas por la ropa que usa¨.

         La segunda es Cristina, una mujer que Roberto, el hijo mayor de Teresa ha dejado embarazada y decide llevar a la casa de sus padres. ¨Los hombres tenemos urgentes problemas fisiológicos que hay que afrontar. La chica se prestó a resolvérmelos. Era un arreglo amistoso en que yo también resolvía los asuntos de ella.¨ Así justifica Roberto ante su madre el porqué de la entrada de la mujer a su casa. Cristina pierde a su hijo y fallece en el parto. Roberto tiene un breve episodio de conciencia y se va de la casa después de lo ocurrido.

         La tercera y cuarta mujer son las novias de Gabriel. Elena, la primera, una mujer libre, estudiosa, enamora locamente a Gabriel por su forma desinteresada (¿masculinizada?) de demostrarle su amor ¨Déjala amarte al fin desde la remota hondura de su amor que no podrá llegar nunca a la remota hondura de tu pensamiento. ¡Déjala amarte así, lejanamente! Déjala llamar como solo llaman los perros desde el límite del silencio, en la noche. Su amor ha de tener algo de terrorífico aullido. ¡Déjala amarte sola desde su cálido mundo diferente!¨ porque los hombres son pensamiento y las mujeres son pasión, pero Elena es pasión y pensamiento, una mezcla para la que Gabriel no está listo. Lo enloquece y en un arrebato de celos, tiene que decirle adiós a Elena para caer de rebote en Aurora, una versión regenerada de la madre agonizante, una versión para Gabriel, pasiva, que ha acordado juntarse con Gabriel aceptando inclusive que él piense en otras cuando le hace el amor. Amor pasivo, pasional, paciente… ¿amor de mujer?.

En fin, son cuatro ficciones de cuatro momentos de la mujer (al menos costarricense, por no decir latinoamericana o mundial) que Oreamuno resume con atino en un nivel de detalle a prueba de tontos. Cualquiera, sin distinción de edad ni estatus intelectual debería entender después de leer La ruta de su evasión, de qué se trata esta lucha que no es solo de mujeres, sino de todos. La lucha contra las sociedades patriarcales no se reduce a la discusión de los montos por pensiones alimentarias, ni mucho menos a la vara de sí a un mae lo mandó a matar la novia y no el novio. ¡Qué cosa estúpida y superficial! El patriarcado está detrás de una HISTORIA de hegemonías masculinas ejecutadas no solo en contra de mujeres, sino en contra de grupos con diversa orientación sexual, porque, señoras y señores, la homofobia es una consecuencia más de los esquemas sociales patriarcales. No todos los problemas del mundo son por causa del fundamentalismo islámico...

Yo recomiendo la lectura de Yolanda Oreamuno, no solo porque tiene un estilo exquisito, su pluma es inteligente y sin sobrantes, sino porque me ha hecho consciente de que cuando decía ¨La ruta de su evasión¨ y yo me preguntaba como un imbécil cuál era el personaje que evadía a quién, terminé descubriendo que ella estaba escupiéndome en la cara, con imágenes célebres lo que era en realidad ¨La ruta de MI evasión¨.




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