Un día nacieron los dos pegados por el brazo. El doctor procedió con la
cirugía para separarlos, claro está. Ninguno de los dos quería porque sabían
que después de la operación ya nada los podría juntar. El doctor sonreía como
si estuviera realizando la mejor gestión. Ellos no volvieron a estar juntos. La
herida a uno le cicatrizó en forma de un ojo que no lloraba. Al otro le
quedaron las lágrimas. El ojo no encontró las lágrimas jamás y las lágrimas del
otro nunca vieron porqué lloraban.
Wow my friend!!
ResponderEliminarGracias Ednita!
EliminarUn texto encantador!
ResponderEliminarMuchas gracias Germán!
EliminarDesgarrador.
ResponderEliminarQué bueno que te produjera sensaciones, Gracias!
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