viernes, 2 de marzo de 2012

Una separación


Un día nacieron los dos pegados por el brazo. El doctor procedió con la cirugía para separarlos, claro está. Ninguno de los dos quería porque sabían que después de la operación ya nada los podría juntar. El doctor sonreía como si estuviera realizando la mejor gestión. Ellos no volvieron a estar juntos. La herida a uno le cicatrizó en forma de un ojo que no lloraba. Al otro le quedaron las lágrimas. El ojo no encontró las lágrimas jamás y las lágrimas del otro nunca vieron porqué lloraban.

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