domingo, 27 de noviembre de 2011

Supongamos


Supongamos que por fortuna
no soy tan bueno como se cree
supongamos que es mi imagen
la que se ha quedado en tu espejo
luego de mi partida
sí, supongamos eso
supongamos que ya te has vaciado de todo resabio
de cuanto alguna vez pensé despojar  en tus adentros
supongamos que en efecto miento
y que de vez en vez me gustaría creer un poco
o jugar al creyente                         
sólo para poder pedirle a alguna deidad que te cuide de mis demonios
de los que dejé heredados en tu recuerdo
sí, supongamos eso
supongamos que si me hubieras sostenido en tu pecho
como a un suspiro
quizás me hubiera convertido en fuego
y yo mismo quemaría todo cuanto había para mi
supongamos también
pero solamente un poco
que me has guardado como una herida
imposible de cicatrizar
pero que has mandado tu dolor de viaje conmigo
para que sólo yo lo padezca
                sí, supongamos eso
supongamos que desaparezco
pero no por causa de la muerte
si no por causa de no haber tenido una vida
porque si suponemos que para quedar con nada
después de tenerlo todo
más valdría desaparecer
entonces prefiero suponer que estas letras se escriben solas
y que con un punto al final
sería preciso suponer que ya no estoy

Fuck Christmas!


“Fuck Christmas!”, eso fue lo que vio escrito con una pésima caligrafía en tinta negra sobre la pared del baño en donde se había despertado, no estaba muy seguro de que fuera ya de día, o si aun era de noche, pero aun se encontraba en el bar donde había empezado su viaje anti-navidad. Nunca antes había bebido, seguramente por eso fue que los licores le hicieron un efecto tan espantoso. Había decidido desconectarse del mundo justo en la víspera de la navidad, pero en vista de que el suicidio era una medida demasiado extrema y melodramática, decidió mejor beberse la conciencia con el afán, o bien de congelar el tiempo y que la mugrosa fecha no llegara, o bien, quedar suficientemente inconsciente como para saltársela.
No era un acto de simple rebeldía ante la actitud compulsiva de consumo de la cual era presa, ni siquiera era que tuviera algún resentimiento de tipo religioso respecto del supuesto motivo de la celebración, era simplemente que se había hartado de todo. En sus mocedades era él quien daba siempre un argumento a favor de la maldita fecha: que se celebra el nacimiento de Jesucristo, que la gente anda más contenta que de costumbre, que la repartición de los regalos a todos les gusta, que la gente la utiliza como pretexto para reunirse y reconciliarse unos con otros, que es uno de los momentos más esperados para reunir a la familia, en fin, una multitud de argumentos de la misma calaña. Sin embargo, en esta ocasión, a solas, lejano incluso de sí mismo, caía en cuenta de la vacuidad de todas esas razones.
Primero que todo, no se podría afirmar que se celebraba el nacimiento de Jesucristo sin ser indefectiblemente un hipócrita, o un ignorante que con seguridad pensaba que Santa Claus era tío de Jesús y que en lugar de en un pesebre, el mesías venía en una de las bolitas que se cuelgan en los caros árboles que adornan las salas de las casas. En vista de que esta última opción era, aparte de irrisoria, bastante inverosímil, era incluso noble pensar que quienes afirman que la fecha es para celebrar la natividad de Jesucristo, son verdaderamente unos hipócritas. Con respecto al resto de los argumentos pro-navidad, en la soledad de sus adentros, que era incluso más amplia que la del piso lleno de orines del baño en el que aun se encontraba, carecían completamente de sentido: ¿por qué la gente necesita pretextos para estar más contenta?, ¿por qué la gente se pone contenta con regalos?, ¿por qué se deben esperar al fin de año para reconciliarse unos con otros?, ¿por qué hay que esperar un solo día al año para regresar con la familia? El hartazgo había llegado para quedarse.  Todos los argumentos podrían aplicarse exactamente al revés:  es gracias a la navidad que la gente prefiere odiarse 364 días del año, gracias a la navidad las familias se separan durante 364 días, gracias a la promesa de que la navidad llegará diciembre, la gente se separa el resto del tiempo.
Sintió un profundo deseo de vomitar, pero lo reprimió. Tomó una pluma de tinta negra que recién se percataba de que tenía en la mano, y antes de volver a plantar su rostro en el charco de orines que había en el piso, con una pésima caligrafía, escribió en la pared: “Fuck Christmas!”
Ebenezer Scrooge


viernes, 18 de noviembre de 2011

Debilidad


Se mete en los huesos con forma humana
me ha puesto de rodillas y sin fe
como buen impío
me ha hecho reconocer que creo en algo
 que creo haberle encontrado embarrialado de amor
amaneciéndome con sonrisas

La posibilidad  de su ausencia
o incluso de una posible distancia
me recuerda la presencia del suicidio
con toda su muerte
y de nuevo
el frio aparece durante la vigilia
y yo le muerdo los sueños con mis esperanzas
de que sea más que la aspiración de lo duradero
que dure como el dolor
qué importa!
pero que permanezca en mi
a pesar de los arrebatos de los otros
malditos otros!
siempre empeñándose en verme
como  la cascara incipiente de las desgracias

Cuántas horas podría verte?
quizás tantas como te esperé
y ahora que estás aquí,
pareces irte con mis sonrisas
a empozarte con los residuos que la amargura
habrá de acumular en lo partido
en lo olvidado
y en lo robado…

domingo, 13 de noviembre de 2011

Paradoja

Es preciso pensar la contradicción para comprenderme
                  pensar
         por ejemplo
que es posible arder sin quemarse
o que es posible morirse de sed
nadando en el mar
         en cualquier mar
y esto es porque soy la contradicción
                  tanto
           como soy el mar
           como soy la sed
           como soy cuanto arde y se ahoga
todo en un tiempo
todo en un espacio


sábado, 5 de noviembre de 2011

El amor huele feo


Todo el mundo habla del amor, eso es un hecho. Al parecer porque todos lo han experimentado, yo de hecho pienso que así es, sin embargo tengo la firme certeza de que una cosa es la experiencia del amor, y otra muy distinta lo que la gente dice que el amor es. Pensar el amor desde una matriz populachera deviene inevitablemente en una serie de imágenes prejuiciosas que sin duda tienen mayores alcances de índole social, es decir, el amor como cosa cándida, hermosa, pulcra y limpia, me parece un verdadero atentado en contra de la experiencia del amor. Supongo que esto se debe en buena parte a los prejuicios en contra de la suciedad y los malos olores, pues nadie concebiría que algo que es hermoso, deseable, bello y demás -a saber, el amor-  sea al mismo tiempo sucio y maloliente.
Sin embargo, existen diversas opiniones al respecto, por ejemplo, según relata  Diotima en boca de Sócrates en el Banquete de Platón, a diferencia de lo que todos creen, Eros (Amor) no es hermoso ni perfecto ni ninguna otra de esas estupideces, es más ni siquiera es un Dios, sino más bien un Daimon (a saber, un intermedio entre dioses y mortales). Según cuenta la filósofa de Mantinea, el día del nacimiento de Afrodita, los dioses celebraron un banquete al cual asistió entre otros Poros (comúnmente traducido como Abundancia, aunque creo que se parece más bien al concepto de alguien con Recursos, más o menos) quien ya se encontraba ebrio de néctar; en ese momento llegó Penia (Pobreza) a mendigar y a comer los sobros del banquete, y al ver al borracho, decidió concebir un hijo de él. Fue así como surgió Eros, quien siendo concebido el día del nacimiento de la bella Afrodita, estaría destinado a permanecer a su lado siempre. El otro detalle de éste Eros es que heredó las naturalezas de sus progenitores, de manera que  gracias a su madre, es completamente pobre, no es ni bello ni mucho menos delicado, no se parece a un angelito travieso con alas y siempre bañadito, como se representa usualmente los catorces de febrero, es más bien flaco, escuálido, siempre anda descalzo, no tiene casa, duerme en la calle, donde lo agarre el sueño, y por supuesto, siempre está sucio y desaseado. De su padre heredó lo que llamaríamos la chispa, le gusta el conocimiento y siempre anda en busca de lo bueno y de lo bello, con frecuencia consigue lo que busca, pero dada su naturaleza materna, todo lo despilfarra rápidamente de suerte que pronto se encuentra de nuevo en la pobreza, sin embargo es atrevido, interesante y hasta tiene buena hablada…
El texto al que hago referencia es mucho más amplio, por supuesto, y toca otros muchos extremos, sin embargo, recojo una idea simple: el amor no es bello, sino que es más bien una búsqueda de lo bello. Además esto bueno y bello que busca es el deseo de inmortalidad, más bien entendida como un deseo de perdurar en lo bello, por decirlo así, que se logra a través de la perpetuación del cuerpo y del espíritu. Colocándonos en contexto, ninguna de estas cosas excluye las relaciones sexuales, sino todo lo contrario, las colocan con una importancia esencial. 
Ahora bien, ¿a dónde quiero llegar con todo este cuento?, es muy sencillo: el amor no es ningún chiquito lindo y alado, el amor no es una negación de la sexualidad, de lo corporal ni de la pasión ni de la locura. En general todo el mundo disfruta de las relaciones sexuales, a todos nos gustan, todos nos alocamos y nos sumergimos en los placeres, y todos además sabemos que la sexualidad no huele ni a rosas ni a inciensos ni a yerbabuena, el aroma del sexo es único y particular, no vale la pena ni siquiera entrar en detalles. Así que lo único que queda es quitarle su aura de candidez, porque el amor es una cosa intensa e interesante, pero sobre todo, el amor huele feo.    


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