“Fuck Christmas!”, eso fue lo que vio escrito con una pésima caligrafía
en tinta negra sobre la pared del baño en donde se había despertado, no
estaba muy seguro de que fuera ya de día, o si aun era de noche, pero aun se encontraba en el bar donde había empezado
su viaje anti-navidad. Nunca antes había bebido, seguramente por eso fue que los
licores le hicieron un efecto tan espantoso. Había decidido desconectarse del
mundo justo en la víspera de la navidad, pero en vista de que el suicidio era
una medida demasiado extrema y melodramática, decidió mejor beberse la
conciencia con el afán, o bien de congelar el tiempo y que la mugrosa fecha no
llegara, o bien, quedar suficientemente inconsciente como para saltársela.
No era un acto
de simple rebeldía ante la actitud compulsiva de consumo de la cual era presa,
ni siquiera era que tuviera algún resentimiento de tipo religioso respecto del
supuesto motivo de la celebración, era simplemente que se había hartado de
todo. En sus mocedades era él quien daba siempre un argumento a favor de la
maldita fecha: que se celebra el nacimiento de Jesucristo, que la gente anda más
contenta que de costumbre, que la repartición de los regalos a todos les gusta,
que la gente la utiliza como pretexto para reunirse y reconciliarse unos con
otros, que es uno de los momentos más esperados para reunir a la familia, en
fin, una multitud de argumentos de la misma calaña. Sin embargo, en esta ocasión,
a solas, lejano incluso de sí mismo, caía en cuenta de la vacuidad de todas
esas razones.
Primero que
todo, no se podría afirmar que se celebraba el nacimiento de Jesucristo sin ser
indefectiblemente un hipócrita, o un ignorante que con seguridad pensaba que
Santa Claus era tío de Jesús y que en lugar de en un pesebre, el mesías venía
en una de las bolitas que se cuelgan en los caros árboles que adornan las salas
de las casas. En vista de que esta última opción era, aparte de irrisoria,
bastante inverosímil, era incluso noble pensar que quienes afirman que la fecha
es para celebrar la natividad de Jesucristo, son verdaderamente unos hipócritas.
Con respecto al resto de los argumentos pro-navidad, en la soledad de sus
adentros, que era incluso más amplia que la del piso lleno de orines del baño
en el que aun se encontraba, carecían completamente de sentido: ¿por qué
la gente necesita pretextos para estar más contenta?, ¿por qué la gente se pone
contenta con regalos?, ¿por qué se deben esperar al fin de año para
reconciliarse unos con otros?, ¿por qué hay que esperar un solo día al año
para regresar con la familia? El hartazgo había llegado para quedarse. Todos los argumentos podrían aplicarse
exactamente al revés: es gracias a la
navidad que la gente prefiere odiarse 364 días del año, gracias a la navidad
las familias se separan durante 364 días, gracias a la promesa de que la
navidad llegará diciembre, la gente se separa el resto del
tiempo.
Sintió un
profundo deseo de vomitar, pero lo reprimió. Tomó una pluma de tinta negra que recién
se percataba de que tenía en la mano, y antes de volver a plantar su rostro en
el charco de orines que había en el piso, con una pésima caligrafía, escribió en
la pared: “Fuck Christmas!”
Es preciso pensar la contradicción para comprenderme
pensar
por ejemplo
que es posible arder sin quemarse
o que es posible morirse de sed
nadando en el mar
en cualquier mar
y esto es porque soy la contradicción
tanto
como soy el mar
como soy la sed
como soy cuanto arde y se ahoga
todo en un tiempo
todo en un espacio
Todo el mundo habla del amor, eso es un hecho. Al parecer
porque todos lo han experimentado, yo de hecho pienso que así es, sin embargo
tengo la firme certeza de que una cosa es la experiencia del amor, y otra muy
distinta lo que la gente dice que el amor es. Pensar el amor desde una matriz
populachera deviene inevitablemente en una serie de imágenes prejuiciosas que
sin duda tienen mayores alcances de índole social, es decir, el amor como cosa cándida,
hermosa, pulcra y limpia, me parece un verdadero atentado en contra de la
experiencia del amor. Supongo que esto se debe en buena parte a los prejuicios
en contra de la suciedad y los malos olores, pues nadie concebiría que algo que
es hermoso, deseable, bello y demás -a saber, el amor- sea al mismo tiempo sucio y maloliente.
Sin embargo, existen diversas opiniones al respecto, por
ejemplo, según relata Diotima en boca de
Sócrates en el Banquete de Platón, a diferencia de lo que todos creen, Eros
(Amor) no es hermoso ni perfecto ni ninguna otra de esas estupideces, es más ni
siquiera es un Dios, sino más bien un Daimon
(a saber, un intermedio entre dioses y mortales). Según cuenta la filósofa de
Mantinea, el día del nacimiento de Afrodita, los dioses celebraron un banquete al
cual asistió entre otros Poros (comúnmente traducido como Abundancia, aunque
creo que se parece más bien al concepto de alguien con Recursos, más o menos) quien
ya se encontraba ebrio de néctar; en ese momento llegó Penia (Pobreza) a
mendigar y a comer los sobros del banquete, y al ver al borracho, decidió
concebir un hijo de él. Fue así como surgió Eros, quien siendo concebido el día
del nacimiento de la bella Afrodita, estaría destinado a permanecer a su lado
siempre. El otro detalle de éste Eros es que heredó las naturalezas de sus
progenitores, de manera que gracias a su
madre, es completamente pobre, no es ni bello ni mucho menos delicado, no se
parece a un angelito travieso con alas y siempre bañadito, como se representa usualmente
los catorces de febrero, es más bien flaco, escuálido, siempre anda descalzo,
no tiene casa, duerme en la calle, donde lo agarre el sueño, y por supuesto,
siempre está sucio y desaseado. De su padre heredó lo que llamaríamos la
chispa, le gusta el conocimiento y siempre anda en busca de lo bueno y de lo
bello, con frecuencia consigue lo que busca, pero dada su naturaleza materna,
todo lo despilfarra rápidamente de suerte que pronto se encuentra de nuevo en
la pobreza, sin embargo es atrevido, interesante y hasta tiene buena hablada…
El texto al que hago referencia es mucho más amplio, por
supuesto, y toca otros muchos extremos, sin embargo, recojo una idea simple: el
amor no es bello, sino que es más bien una búsqueda de lo bello. Además esto
bueno y bello que busca es el deseo de inmortalidad, más bien entendida como un
deseo de perdurar en lo bello, por decirlo así, que se logra a través de la
perpetuación del cuerpo y del espíritu. Colocándonos en contexto, ninguna de
estas cosas excluye las relaciones sexuales, sino todo lo contrario, las
colocan con una importancia esencial.
Ahora bien, ¿a dónde quiero llegar con todo este cuento?,
es muy sencillo: el amor no es ningún chiquito lindo y alado, el amor no es una
negación de la sexualidad, de lo corporal ni de la pasión ni de la locura. En
general todo el mundo disfruta de las relaciones sexuales, a todos nos gustan,
todos nos alocamos y nos sumergimos en los placeres, y todos además sabemos que
la sexualidad no huele ni a rosas ni a inciensos ni a yerbabuena, el aroma del
sexo es único y particular, no vale la pena ni siquiera entrar en detalles. Así
que lo único que queda es quitarle su aura de candidez, porque el amor es una
cosa intensa e interesante, pero sobre todo, el amor huele feo.